Se suele decir que un rasgo fundamental del arte contemporáneo es su carácter crítico. Pero para ser de raíz, la actividad crítica debe comenzar por sus propios fundamentos.

Sin embargo, en la escena argentina no se registra una reflexión sostenida sobre el campo del arte contemporáneo: sus condiciones de existencia, sus formas de producción, de distribución y de consumo, sus agentes, su periodización histórica y evolución, su materialidad, sus criterios de valor, entre muchos otros aspectos.

27 de julio de 2011

Take out


Take Out 25/7 sobre el artículo de Hal Foster. “Contra el pluralismo” (1985).
Este trabajo se divide en dos puntos. Primero, una síntesis/esquema de los conceptos centrales del artículo; y segundo, mi opinión personal sobre éstos.
1.     Síntesis del artículo


A.    El autor califica el estado del arte de mediados de los ochenta como “pluralista”. Lo caracteriza a partir de los siguientes rasgos:

·       Ningún estilo o modo de arte es dominante.
·       Ninguna posición crítica es ortodoxa.
·       Situación que concede una especie de equivalencia entre las “especies” de arte.
·       El arte deviene una arena, no de “diálogo dialéctico”, sino de intereses creados, de sectas con licencia (y de aquí deviene la Teoría Institucional).
·       La posición “pluralista” es un correlato de la ideología del “libre mercado”, falsa libertad, falsa conciencia.
·       Supone una concepción de autonomía del arte que lo vuelve meramente irrelevante, indiferente a las problemáticas del presente.
·       El “artista típico” asume una posición de inocencia, desconocimiento ante la historia, un “estado de gracia”. Lo califica como un “diletante” porque está más allá de la exigencia del presente; un “zopenco” porque hace suya una idea falsa proveniente del pasado; un “hombre en suspenso” porque pierde de vista la problemática presente, el momento histórico.
·       El pluralismo, en tanto empresa a-histórica, provoca placer estético en tanto falsa conciencia.
·       Supone un regreso a la historia de modo a-histórico porque:
1.     No se considera el contexto de la historia
2.     Se niega su continuum
3.     Se resuelven falsamente en el pastiche los conflictos entre formas de arte y modos de producción
4.     No se presta atención ni a la especificidad del pasado ni a las necesidades del presente
·       Descarta la necesidad de un arte crítico, los viejos avatares del “artista original” y la “obra maestra auténtica”
·       Estos viejos valores se sustituyen por un supremo valor: el estilo (que sustituye al pensamiento histórico)
·       Se reemplaza la concepción de una historia dialéctica, materialista, que lleva y exige una innovación radical (con base material) por una historia como monumento o ruina, un almacén de estilos, símbolos, etc., que se ha de saquear
·       Produce estilos convertidos en clichés
·       El artista frente a la historia es un diletante que hace alarde de la alienación como si fuera libertad
·       El arte es regido por un mecanismo cíclico semejante al que gobierna la moda
·       Arte instrumental: especula con respuestas que ya están programadas

B.     Foster determina el origen del estado de pluralismo [en el fracaso de las vanguardias históricas]:
El modernismo tardío fue desintegrado: se conservó su impulso autocrítico, pero se descartó su tono ÉTICO. Este rechazo condujo a un ESTETICISMO DE LO NO ARTÍSTICO, o lo ANTIARTÍSTICO (dice que muchas vertientes del arte conceptual se dedicaron a ello). Entonces aparecieron nuevos modos de arte: híbrido, efímero, sitespecific. También fomentó una Teoría Institucional del arte (el arte es lo que la autoridad institucional dice que es).

C.     El ARTE CRÍTICO para Foster reúne estas condiciones:
·       Revisa radicalmente las convenciones de una forma de arte dada
·       Asume las problemáticas del presente, piensa su propio tiempo
·       Es autónomo o se plantea desvinculado de los mecanismos burgueses de la moda y la industria de la cultura
·       Como práctica cultural históricamente redentora, que oponga resistencia social
·       Asume una postura contraria a la cultura burguesa

D.    TESIS central del artículo:
El pluralismo es una posición naturaliza el statu-quo, una coartada para resistir a cualquier cambio radical. Aleja el arte, la cultura y la sociedad en general de los reclamos de crítica y cambio.
Se manifiesta contra este estado de pluralismo para que SE REINVENTEN VIEJAS VERDADES DE MANERA  RADICAL. Si no se hace esto, esas viejas verdades simplemente retornan, degradadas o disfrazadas (pastiche, cliché).
El artículo culmina con la siguiente pregunta:
¿La necesidad de un arte crítico, el deseo de un cambio radical, es realmente hoy una premisa inválida, obsoleta?


2.     Opinión personal

Para evitar una lectura anacrónica o “a-histórica” de este material (lo mismo que el autor critica en el artículo), es necesario contextualizar el momento de producción y circulación del mismo. El artículo se escribe en el ’85 y se inscribe dentro de las problemáticas planteadas por los teóricos de la posmodernidad. Analiza el estado del arte desde una perspectiva marxista (materialista dialéctica) posfrankfurtiana. Términos como “pastiche” y “cliché” son también utilizados por Jameson para describir los rasgos (sintomáticos) de la producción cultural en el capitalismo avanzado. También, a primera vista, puedo hacer un paralelo entre la crítica de Foster al “pluralismo del arte” y la impugnación análoga que hace en la misma época Lyotard a la supuesta (y falsa) “libertad” que la industria de la cultura le brindaría al sujeto en calidad de consumidor de bienes culturales.
Dos palabras que Foster escribe en el texto captaron llamativamente mi atención. Una es ÉTICA, y la otra es VERDAD (para visualizar su contexto, ambas están resaltadas en la síntesis). Estos dos términos, aunque no se desarrollan, se toman como carencias, o como conceptos poco importantes, anacrónicos, en el estado de pluralismo del arte que describe el autor y relaciona con la vivencia alienada de lo a-histórico. A lo largo de todo el artículo sobrevuela entre líneas la preocupación por restituir el vínculo vital con la historia, capaz de orientar la práctica creativa hacia la acción, la crítica, el cambio social. Encuentro una clave, un paralelo, en la insistencia que pone el autor en la recuperación de la historia como continuum, como nexo significativo con el presente, y la puesta en boga actual (2011) del concepto de memoria, tanto en las investigaciones,  como en la producción artística.
El problema que Foster plantea en este texto, a mi juicio, fue superado en su libro El retorno de lo real, publicado por primera vez en inglés diez años después del artículo. En el libro el autor se desembaraza de la pregunta que plantea en el artículo: ¿La necesidad de un arte crítico, el deseo de un cambio radical, es realmente hoy una premisa inválida, obsoleta?; es más, tampoco vuelve sobre la cuestión del pluralismo, por lo menos bajo el mismo término.  Pareciera que la pregunta con la que concluye en Contra el pluralismo no lo lleva a ningún lugar, le imposibilita seguir reflexionando sobre el arte contemporáneo, deshecha a priori (es decir, desde la teoría) todas las manifestaciones y producciones experimentales contemporáneas. Así, desde el primer capítulo del libro “Quién le teme a la neovanguardia”, Foster centra su análisis en experiencias contemporáneas que cuestionan el statu quo retomando procedimientos de las vanguardias históricas. Es decir, rescata de ese conglomerado de pastiches y clichés a-históricos que describió diez años atrás, a un conglomerado de producciones artísticas que se manifiestan activas en el presente. Va más allá, y dice que a través de procedimientos singulares (que asimila a los procesos de “resistencia y recuerdo”, y “acción diferida” del psicoanálisis), las neovanguardias van a realizar lo que las vanguardias históricas no pudieron, y lo van a realizar una y mil veces, en un presente infinito. Por esto creo que resulta necesario leer el artículo a la luz de El retorno de lo real.
María Cecilia Guerra Lage

1 comentario:

  1. Respecto de este artículo de Foster, me parece que su crítica al pluralismo es atinadísima, en relación a la noción de hegemonía cultural. Pero luego se desarticula porque como menciona Cecilia, no encuentra salida, no da ni un ejemplo de una obra crítica y valiosa de su época. Creo que esto ocurre porque parte de una crítica reaccionaria a lo que se conoce vulgarmente por posmodernidad. Usa un marco conceptual benjaminiano, pero finalmente termina reivindicando una vuelta al continnum de la historia. Esto, en los propios términos de Benjamin es un retroceso, le quita todo el potencial revolucionario: Foster vuelve a la idea de progreso, que es el principal punto de ataque de Benjamín. Es decir, la redención no puede darse si prescindimos de la ruptura del continuum de la historia. Esta ruptura del continuum, no implica para nada una completa desresponsabilización respecto de los problemas del presente; por el contrario, propone romper con la cadena de causas y efectos que narra la Historia oficial, el determinismo de esa narrativa, para abrir la posibilidad actualizar, redimir las voces acalladas del pasado.
    En general, si asociamos arte contemporáneo a tiempo posmoderno, creo que la noción de tiempo mesiánico benjaminiano, claramente antimoderno pero no ahistórico, puede servir.

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